Posesión.

Mansos los ojos, la mirada afable, extrañamente ausente, observa el transcurrir del mediodía detrás de los vitrales.
Bajo la fina cúpula tallada, las sombras se repliegan vencidas por la luz amarillenta que llega desde el huerto de los frailes. El aroma de viñas madurando racimos trepa las galerías protectoras. Serpentea en los claustros solitarios. Fascina a los insectos. Encrespa las antorchas del estío con hálito quemante.
Las tinieblas se agrupan, temerosas, contiguas al refugio de los confesionarios.
Espiralan su aliento en torno a las gradillas del púlpito y el coro. Detrás de las estatuas.
Suspendida en la tregua que acontece después de los temblores, del acceso violento con que el demonio vino a revelarse, el perfil del poseso se recorta contra la puerta de la sacristía.
Han prescripto los plazos de proferir sentencias en idiomas oscuros. De protagonizar las contorsiones, los bramidos del odio, las blasfemias. De augurar los progresos del infarto antes de que la muerte detone las arterias. Justo cuando la monja, el crucifijo en alto, blandía a sus espaldas el hisopo, dispuesta a bendecirlo con el agua.
Cercano al hechizado, el cuerpo exhibe la órbita de sus pupilas yertas. Desmesuradamente abiertas al misterio. Los dedos oprimidos contra el pecho. Y un rictus de dolor entre los labios que se tornan violáceos.
El resto de la clase no sale de su asombro.
Un silencio de siglos llovizna sacramentos sobre tanto estupor desatinado. Captura el infortunio en las cerradas redes del espanto. Los mantiene extasiados. Confundidos. Rehenes de la angustia.
Pero entonces, de pronto, sin mediar ni siquiera un diezmo de palabra, los pasos se desatan. Eluden el obstáculo de los reclinatorios. Tropiezan entre sí. Se desconocen. Cruzan en estampida la senda de las tumbas con sus nombres, sus cruces, sus historias. Hasta el confín del atrio. Al pie del campanario. Donde todo es vital, es vigoroso. Donde el miedo no existe. Donde los viejos árboles les ofrecen asilo. Y es posible alumbrar el desvarío. La histeria delirante. El grito horrorizado que expulsa a las palomas.
Los perros de la calle, erguidas las orejas, presagian los vestigios del intruso que ha quedado en la nave. Reconstruyen los ecos de su instinto. Emiten sus llamados, sus recuerdos salvajes. La furia de la especie que aún habita su sangre.
Segundos antes de que el religioso, envuelto en la sotana color pardo, atraviese los patios con sus sandalias ásperas, gastadas; desde las celdas donde calla el mundo, el sonido lejano de la herrumbre delata la apertura de una puerta. Escasos los mechones recortados en torno a la tonsura. El fundador de la orden se aproxima al ronco miserere, al desnudo mea culpa que nace entre violentas convulsiones y espuma irreverente.
En esa austeridad sin atenuantes, la voz crece de golpe hasta alcanzar la altura del conjuro. Exorcizo te, omnis spiritus immunde… Per eumdem Christum Dominum nostrum… et saeculum per ignem.
Y la rata que habita en la despensa, tomada de sorpresa, se trastorna, corre sobre las vigas, traspone las barreras de las tapias, los juncos, los jacintos, las violetas del agua, los verdes camalotes de la orilla. Se sumerge. Se asfixia en la hondura del lago.

1 comentario:

  1. Me gustan tus relatos, Norma. Tu lenguaje poético me introduce en situaciones y lugares de una manera muy real, como si los conociera aunque jamás los haya recorrido. Gracias.
    Gabriel
    http://paramiuncortado.wordpress.com/

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Acerca de la autora

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Biobibliografía

Parte de su obra ha obtenido numerosas distinciones entre las cuales se encuentran el Primer Premio y Mención de Honor Certamen Poético Provincial "Alfonsina Storni", Santa Fe, Argentina, (1988), Segundo Premio Certamen Poético Nacional "Plaza de los Poetas `José Pedroni´" Santa Fe, Argentina, (1989), Primer Premio Edición Certamen Poético Regional "Rosalina Fernández de Peiroten" Santa Fe, Argentina, (1990), Primer Premio Edición Certamen Poético Internacional "Villa de Martorell", Barcelona, España (1992), Primer Premio Internacional de Narrativa “Alicia Moreau de Justo” Buenos Aires, Argentina, (2010)
Condecorada por la Fundación Reconocimiento Alicia Moreau de Justo por su actitud de vida (1999), ha actuado como panelista, conferencista, periodista cultural y jurado en escenarios nacionales e internacionales y ejercido la Presidencia de la Asociación Santafesina de Escritores (1997-2001) y la Co-dirección de la revista Gaceta Literaria de Santa Fe (1997-2007)
En el año 2005 fue nombrada Ciudadana Santafesina Destacada por el Honorable Concejo Municipal de la ciudad de Santa Fe “por su talentoso y valioso aporte al arte literario y periodismo cultural y por sus notables antecedentes como escritora en el ámbito local, nacional e internacional”.
Fundadora y coordinadora del Movimiento Internacional de Escritoras “Los puños de la paloma”, desde 2007 ejerce la dirección de la revista de literatura Gaceta Virtual, Editorial Alebrijes y La Biblioteca, proyectos solidarios de difusión literaria que operan a través de Internet.

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